David de Tezanos Pinto

David de Tezanos Pinto
Delegado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires
Información personal
Nombre de nacimiento	David de Tezanos Pinto Grimwood
Nacimiento	10 de junio de 1849 Valparaíso, Chile Chile
Fallecimiento	6 de enero de 1934 (84 años) Buenos Aires,  Argentina
Nacionalidad	Chilena
Familia
Cónyuge	Corina Vicenta Torres Agüero
Hijos	trece
Información profesional
Ocupación	Abogado
Miembro de	Academia Nacional de Ciencias Económicas (Argentina)
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David de Tezanos Pinto Grimwood (Valparaíso, Chile, 10 de junio de 1849-Buenos Aires, Argentina, 6 de enero de 1934) fue un abogado y catedrático de universidad chileno que se destacó tanto en el ámbito público como en el privado y fue considerado una eminencia en materia de derecho.

Los Tezanos Pinto Sánchez de Bustamante, su familia paterna, apoyaban a la Liga Unitaria (su padre fue firmante del Supremo Poder Militar de 1830). Al ser derrotado el General Paz la familia se vio obligada a emigrar a Chile, donde nació David, quien nunca quiso nacionalizarse argentino.

Fue hijo de José Manuel de Tezanos Pinto Sánchez de Bustamante, comerciante argentino, y de Carolina Grimwood Allende, chilena de origen inglés. Por el lado paterno era descendiente de Francisco de Argañaraz y Murguía, fundador de San Salvador de Jujuy.

Cursó sus estudios en el Colegio Nacional de Concepción del Uruguay, para luego seguirlos en el Liceo de Valparaíso. Continuó sus estudios superiores en la Universidad de Montevideo y la Universidad de Buenos Aires, terminando en esta su carrera de abogado. Tuvo un brillante desempeño en sus pruebas finales presentando una tesis de verdadero mérito jurídico, elogiada por sus profesores Enrique Cobo y José María Moreno. Dedicado inmediatamente al ejercicio de su profesión, su estudio bien pronto acreditó como no solo uno de los más prestigiosos del país, sino de América del Sur.

En 1887 contrajo matrimonio con Corina Vicenta Torres Agüero,^[1]​ con quien tuvo trece hijos, cuatro varones y nueve mujeres. Son numerosos sus descendientes, y su apellido se encuentra entretejido con los de Méndez Terrero, Ayerza, Areco, Cichero, Foster, Lloveras, Terán, Sáenz Rozas, Sastre Estrugamou, Lamarca, Pereyra Iraola, Ibárzabal, Cahen d'Anvers, Ocampo, Obarrio, Aguilar, entre muchos otros.

Se desempeñó como presidente Banco de Comercio, así como también ocupó la presidencia de diversas e importantes sociedades anónimas, siendo miembro del consejo directivo del Instituto de Altos Estudios de Comercio, miembro honorario del Centro jurídico y de Ciencias Sociales, miembro de la primera comisión directiva del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires^[2]​ y su segundo presidente y académico honorario de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de Madrid. En el ámbito público ostentó el cargo de Comisionado Municipal de Buenos Aires.

También fue un reconocido catedrático, habiendo sido profesor de Derecho Canónico y Derecho Civil en la Facultad de Derecho en la Universidad de Buenos Aires. En la misma fue miembro del Consejo Directivo y se desempeñó como delegado de la mencionada Facultad ante el Consejo Superior Universitario.

El Dr Tezanos Pinto muere el sábado 6 de enero de 1934, a los 84 años. Sus restos hacen en el Cementerio de la Recoleta.

Cuando se trata de figuras singulares como la de Tezanos Pinto, se delinean por si solas, por la demostración de su carácter moral y de sus méritos, al revés de aquellas, más numerosas, que brillan por una actuación que es remedio afortunado y hábil simulación. Hasta su expresión física es una prolongación materializada de su fisonomía espiritual. En un semblante noble de rasgos definidos, venerables y enérgicos, sus ojos penetrantes posan siempre una mirada tranquila, jamás turbada por el brillo de la cólera inútil. Y su ademán mesurado, lento, fino y grave, comunica la noción de su temperamento lógico y prudente. Hay en sus maneras una amabilidad fría, hasta llegar a parecer excesiva, y en su conversación, detenida, suele prodigar explicaciones y precisar conceptos que se acusan por demasiado minuciosos. Pero en aquella amabilidad fría, está la gravitación de esa propiedad espiritual, profunda, que no puede mezclarse al medio ambiente con la facilidad con que se mezclan los temperamentos fogosos, con la simpatía ardiente o con el odio encarnado.