Mormo

Mormo: la pesca inesperada (1884)

En la mitología griega, Mormo o Mormó (en griego: Μορμώ, Μορμών) es un genio femenino, similar al coco y de ahí que a veces se traduzca como la Cocona,[1]​ por ser de sexo femenino. Según la Suda Mombró (Μομβρώ) o Mormó no es más que el sinónimo del coco, de un hombre del saco o de las pesadillas (φόβητρον).[2]​ Se dice en la Alexíada que «los bebés tienen miedo de Mormo», lo que viene a demostrar que todavía estaba presente en el foclore popular incluso en época tan tardía como la bizantina.[3]

La poetisa Erina, en La rueca, dice que ella y su amiga Báucide temían a Mormo cuando eran solo unas chiquillas.[4]​ Mormo era acusada de morder a los niños malos, y a los demás, y volverlos cojos. Es utilizada en historias contadas a los infantes griegos por sus nodrizas para evitar que se porten mal:

«Ya no lo sé, pues el espanto de las armas me marea. Anda, te lo suplico, aparta de mí (señalando la Gorgona del escudo) la ... Cocona (Mormo).[5]

La Mormo original era una mujer de Corinto que se comía a sus hijos y luego salía volando, según un relato del que sólo hay constancia en una fuente.[6]​ La Lamia o Lamó, designada también como Acó, Gelo, Careo o Mormó es un monstruo femenino que bebía sangre de sus víctimas y devoraba sus corazones, también utilizada para asustar a los niños traviesos.[7]

Y para que sepáis lo que quiero decir, la buena novia es una de las empusas, a las que la gente considera lamias o mormolicias. Esas pueden amar, y aman los placeres sexuales, pero sobre todo la carne humana, y seducen con los placeres sexuales a quienes desean devorar.[8]

Similar a Mormo es Mormólice (Μορμολύκη), esto es, la «Loba-Mormo», otro genio terrorífico utilizado para espantar a los niños. Es una figura folclórica relacionada con el mundo de los muertos y los fantasmas. Mormólice, o mormólica en dorio (μορμολύκα), también es descrita como la nodriza (τιθήνη, tithéne) del propio Aqueronte, río por excelencia asociado con el inframundo.[9][10]

Pues, en efecto, a los niños les presentamos los mitos agradables como incentivo y los temibles como motivo de rechazo —mitos son la Lamia, la Gorgó o Gorgona, Efialtes y Mormólice—. (...) Se dejan llevar al rechazo de lo malo cuando por medio de narraciones o de figuras de horrible visión se enteran de castigos procedentes de los dioses, de temores irracionales y de amenazas, o cuando incluso creen que algunos de estos males ocurren.[11]

Gelo (Γελώ) esto es, «fantasma», rondaba por la isla de Lesbos y era un alma en pena de una muchacha que había muerto joven y que ahora regresaba del más allá para capturar a los niños.[12]​ Un escoliasta dice que «Mormo», «Gelo» y «Lamia» son tres palabras sinónimas y que se trata en todo caso de una reina de los lestrigones, una raza de hombres antropófagos.[13]

Referencias

  1. La grafía «Cocona» aparece en Aristófanes, Comedias (2007) volumen 391 de la Biblioteca Clásica Gredos.
  2. Suda, voz «Mombró»
  3. Ana Comneno: Alexíada, p. 61
  4. Mayor Ferrándiz, Mª Teresa (2000). «Erina, el llanto por el paraíso perdido». Epos.
  5. Aristófanes: Los acarnienses 582 ss.
  6. Escolio a Arístides (Dindorf, p. 41)
  7. Diodoro Sículo: Biblioteca histórica, XX 41, 3
  8. Filóstrato: Vida de Apolonio de Tiana, IV, 25
  9. Sofrón fr. 9 (ed. Kaibel)
  10. FGrH (Müller), I, 430
  11. Estrabón: Geografía I 8, C19
  12. Suda, voz «Gellous paidofilotéra»; Hesiquio, voz «Gelo»
  13. Escolio a Teócrito, Idilios, XV, 40.
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